Yo me amo (?)
No sé cómo surgió esta disquisición mía, pero me puse a pensar que no siempre que admiramos y/o envidiamos a alguien, de tener la oportunidad, estaríamos dispuestos a cambiar lugares con ese alguien.
Madonna, por ejemplo. Siempre dije que la admiraba. Pero en una segunda mirada, me cambiaria por ella? Y… no. Ni loca andaría por la vida inventándome un personaje, un look, o un discurso para seguir estando arriba. Ni loca viviría en un gimnasio ni pendiente del espejo. Ni rodeada de un aparato tan complicado de placer. (Tal es el apego que uno tiene con su yo.)
Claro, una tiende a pensar que si una fuera Madonna, no caería en esas cosas. Pero entonces, no sería Madonna.
Y entonces, qué es lo que admiro de ella? Que siempre (aparentemente) hace lo que se le canta; y le va bien. Y que tiene un cuerpo increíble. Entonces seria más propio decir que lo que admiro es la inteligencia y los millones de Madonna, que son lo que le permite hacer lo que se le canta. Hasta con su cuerpo.
Bueno, pero todo este asunto tiene otro costado: aquellas cosas de uno mismo a las que no renunciaría, ni siquiera para ser Madonna. Y ahí aparece la parte narcisista, que es saludable en su justa medida, y sirve para re-evaluar-nos, y apuntalarnos con lo que tenemos de bueno.
Sí, por supuesto que debe haber algún personaje por el que nos cambiaríamos sin pensarlo dos veces... O NO? Y…no sé; en este momento no se me ocurre ninguno. Pero es un buen ejercicio.
Creo que, en definitiva, uno admira cualidades, no personas. Y que, por sobre todas las cosas, uno se ama a sí mismo más que a nada en el mundo, salvo a los hijos, que en realidad son, en este sentido, un acto narcisista. O sea…
(en cuanto a mí, quiero seguir siendo Charna, con los millones de Madonna. Allá vamos.)
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Madonna, por ejemplo. Siempre dije que la admiraba. Pero en una segunda mirada, me cambiaria por ella? Y… no. Ni loca andaría por la vida inventándome un personaje, un look, o un discurso para seguir estando arriba. Ni loca viviría en un gimnasio ni pendiente del espejo. Ni rodeada de un aparato tan complicado de placer. (Tal es el apego que uno tiene con su yo.)
Claro, una tiende a pensar que si una fuera Madonna, no caería en esas cosas. Pero entonces, no sería Madonna.
Y entonces, qué es lo que admiro de ella? Que siempre (aparentemente) hace lo que se le canta; y le va bien. Y que tiene un cuerpo increíble. Entonces seria más propio decir que lo que admiro es la inteligencia y los millones de Madonna, que son lo que le permite hacer lo que se le canta. Hasta con su cuerpo.
Bueno, pero todo este asunto tiene otro costado: aquellas cosas de uno mismo a las que no renunciaría, ni siquiera para ser Madonna. Y ahí aparece la parte narcisista, que es saludable en su justa medida, y sirve para re-evaluar-nos, y apuntalarnos con lo que tenemos de bueno.
Sí, por supuesto que debe haber algún personaje por el que nos cambiaríamos sin pensarlo dos veces... O NO? Y…no sé; en este momento no se me ocurre ninguno. Pero es un buen ejercicio.
Creo que, en definitiva, uno admira cualidades, no personas. Y que, por sobre todas las cosas, uno se ama a sí mismo más que a nada en el mundo, salvo a los hijos, que en realidad son, en este sentido, un acto narcisista. O sea…
(en cuanto a mí, quiero seguir siendo Charna, con los millones de Madonna. Allá vamos.)