<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d14948182\x26blogName\x3dZAPADA\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://zapada.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_AR\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://zapada.blogspot.com/\x26vt\x3d-9095108103859376345', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

... HOY SE PUEDE LEVANTAR LA SEXTA COPA ... !



abril 25, 2007

Sobre llamados bromistas

Acabo de leer un texto en un sitio al que llegué por intermedio de un post borrador que encontré editando mi último post.

La anécdota/relato de ficción está ahí, así que si quieren, la buscan.

Yo iba a otra cosa, parecida, pero otra cosa.

Hace mucho tiempo, digamos unos 6 o 7 años, llamé por teléfono a alguien y pifié un número y me atendió una señora. El diálogo fue el siguiente.

Señora: Hola...
Yo: Hola.
Señora: Juan?

(en ese momento, sabiendo que la mujer me había confundido con otro, titubeé unas décimas de segundo, debatiendo con la parte moralista de mi subconciente si debía engañar a la mujer para divertirme un rato, o debería simplemente decir "equivocado, disculpe" y cortar... bueno, se cae de maduro que si hubiera optado por la segunda opción no estaría escribiendo esto, así que sigo)

Yo: Claro!, ¿Cómo estás?
Señora: Bien, y ustedes?
Yo: Todos bien, por suerte.
Señora: ¿Cuando me van a venir a visitar?
Yo: Lo que pasa es que ando complicado con el trabajo...
Señora (interrumpiéndome): ¿Y los chicos? ¿Como andan?
Yo: Justamente, parece que se agarraron una gripe o algo así, y por eso es complicado.
Señora: Ah... pero... me encantaría que vinieran... un domingo, a comer unos ravioles...
Yo: Si... los ravioles, que ricos. Si, sería bueno. Hagamos una cosa, quedemos ahora para este domingo. (Ese día era miércoles).
Señora (con evidente tono de alegría): ¿En serio?
Yo: Si, yo me las arreglo para poder ir.
Señora: ¿Vienen los cuatro?
Yo: Si, por supuesto.
Señora: Bueno, entonces los espero el domingo con ravioles.
Yo: Listo. Ahora te dejo. Un beso.
Señora: Un beso.

Se parece bastante al final del relato del que hablaba recien, pero deberán creerme que es casi textualmente lo que conversé con aquella señora.
Y, al igual que los protagonistas del relato, me sentí muy mal. Incluso sentí el impulso de intentar volver a comunicarme para cancelarle el almuerzo, o sea, volver a engañarla para que el engaño no la dañara. Pero no hice nada. Esperé que quizás la mujer llamara a su hijo para consultarle algo y así se enterara del fraude antes de preparar los ravioles. Aún hoy sigo pensando cada tanto en esa señora y sus ravioles.

Eso es todo.
Saludos.

|


Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com